El placer de ¡Oh Dios!
La escena es la misma, están en casa de uno de los dos, la ropa esparcida en el suelo, envueltos en las cobijas –¿en verdad alguien puede estar cobijado y moviéndose como si bailaran salsa? – ella debajo de él saca la cabeza de ladito para poder ser enfocada por la cámara y gritar con esa manera tan peculiar de: placer/cansancio/dolor/escúchame mundo con todas sus fuerzas “Oh Dios” o “Dios”, segundos después tu pareja va a tirarse a tu lado muy cansado y sin aire, mientras que tú jadeas, mantienes los ojos cerrados y respiras muy rápido. Las películas nos han enseñado que las mujeres debemos realizar una serie de gritos, gemidos y expresiones al momento de tener una relación sexual, pero no es cualquier clase de sonido, debe ser algo agradable al oído y no solo eso, gracias a las películas americanas o a cualquier película traducida del inglés creemos que debemos gritar “Oh Dios!”. “Hay unas que son bien escandalosas y otras que de plano les gusta estar solo con sus gemidos”,