Sonrisa

El tiempo es efímero…

Incalculable,

el tiempo no es de aquellos que se pueden encerrar en un reloj.

Ya era tarde –para variar- el camión con sus topes y galones, claro no podía faltar la luna en el cenit mostrándole el camino a Morfeo, desde mi ventana todo lo veía, y hasta lo que no, frente ha mi había dejado a un pareja encaramelada, empalagosa, pegajosa…

Si, me molestaba, comen pan frente a los pobres o mejor dicho era la envidia pura, si!, la envidia de no tener a quien abrazar en una noche fría como esta, los autos pasaban volando, regresando a casa al calor del hogar y yo, solo navegaba entre las neuronas de mi cerebro, brincando entre cada circuito, entre cada conexión de la masa gris buscando, o simplemente recordando, tratando de recordar aquello que creía olvidado.

No fue hace mucho, era abril, el pleno calor que rosaba nuestros rostros, viajábamos en un camión como este, el sol entraba por la ventana, todo era dichoso, era feliz, y claro el era perfecto, pero como mi maestra de semiótica llego a decir un día “lo que vemos es parte de nosotros, porque nos apropiamos de esa imagen”, si, lo miraba y valla que era grandioso.

Me costo mucho olvidarlo, me dolió aun más, deshacerme de sus cosas no ayudo mucho, maldecirlo menos –era placentero, divertido- pero no sirvió, mis viajes en el camión eran un viaje más “una ida, una vuelta sin retorno”, lloraba en cada esquina –benditos chocolates- y lo peor, era una mujer fuerte, eso me dolía más, me dolía porque el fue el que arruino todo – todo-.

“Hombre con corazón para dos”

“rata de dos patas”, la radio que sonaba en el camión me regreso a la realidad, abrí los ojos en pleno centro de la ciudad –ups…-

Su recuerdo seguía como un espejismo…

Me levante, tome mi bolsa y me dirigí al timbre, al final del pasillo en el asiento verde a un lado de la ventana una sonrisa se dibuja en la oscuridad…

-mmm-

El camión se detiene estrepitosamente, bajo del camión y junto a mi me llevo una sonrisa.