Mujeres jefas de familia

Las condiciones económicas y de vida, han cambiado fuertemente en los últimos años, muchos de mi generación recordamos que al llegar a casa después de la escuela nos esperaba nuestra mamá con la comida ya preparada y la ropa limpia, mis hermanos mucho más pequeños que yo les tocó vivir una etapa diferente, cambiamos a la mamá por el papá.
Mi madre, salió a trabajar cuando mi padre por la edad ya no era contratado, él era el claro ejemplo de muchas familias, donde se cambiaba de papel.
Tradicionalmente las mujeres son las reinas del hogar, las que preparan los alimentos, mantiene la despensa surtida, la casa limpia y si hay hijos de por medio se encargan de llevarlos a la escuela, al curso de natación y se cercioran de que la tarea se realice en tiempo y forma.
Pero los roles en el siglo XXI han cambiado, las mujeres han dejado atrás las labores domésticas para incorporarse al mundo laboral, desgraciadamente el ser Jefa de Familia solo es reconocido si falta el hombre en la casa, es decir, se es viuda, divorciada o madre soltera.
¿Qué pasa entonces si se intercambian los roles?, ¿se deja de ser menos hombre?, ¿se es más mujer?.
Nada de eso, al contrario, es un trabajo de tiempo completo para las madres que solteras o sin el apoyo masculino intercalan ambos trabajos y lo es también para las mujeres que cuentan con ese apoyo, dejar de ser la “mamá” y confiar en la pareja que ahora desempeñara ese rol.
Para el padre, los estereotipos pueden pesarle más, se convierte en el “mantenido”, “mandilón”, “señor mamá”, pero también está la dependencia económica, ahora depende del sustento de la esposa, ¿cómo
Después de una búsqueda, estos son algunos de los consejos para las Jefas de Familia:
-          Renunciar a la culpa: los conflictos entre ser madre y trabajar nunca van a desaparecer, pero bien se puede asimilar que ser
-          Sentimientos de inferioridad: “otras mujeres sacan adelante todo esto, ¿por qué yo no puedo?”
-          Sentimientos de inadecuación: “No tengo talento, mira todo lo que ella hace, es tan talentosa, pero yo no puedo hacer nada”.
-          Sentimientos de martirio: “Todo lo que hago  es esperar a los demás, mi esposo, mis clientes, mis hijos. Nunca tengo tiempo para mí y si lo tengo, sólo logro sentirme culpable por ello”. 
Más ayuda dentro del hogar
Una forma más de hacer frente a las dificultades de combinar el trabajo y la maternidad es dejar de creer que “es posible hacerlo todo”, es decir, que además de atender las demandas del trabajo y el hogar, las mujeres podemos dedicar una hora diaria al gimnasio, un día a la semana a las amigas, un tarde para ir al cine con nuestra pareja o incluso algunas horas a la semana para continuar nuestros estudios.
Cuatro tips para sobrevivir a la maternidad y el trabajo juntos

  • Crea un sistema de apoyo. Deja de tratar de hacerlo todo tú misma. Sencillamente no se puede. Acepta la ayuda que te ofrezca tu pareja, tu familia y tus amigas. Busca a otras madres trabajadoras que puedan apoyarte. Esto es más sencillo cuando los hijos comienzan a compartir actividades fuera de la escuela.
  • Insiste en involucrar a tu pareja. Si eres de las que no deja que tu pareja realice las labores del hogar “porque de todos modos las hace mal”, piensa dos veces en esto: es mejor tener una ayuda “perfectible” que ninguna ayuda en absoluto. Unas clases de asertividad serán útiles para explicarle a tu compañero cómo hacer la comida sin dejar la cocina de cabeza y, a la larga, siempre será mejor tener con quién compartir las pesadas cargas domésticas que estarse quejando por no tener ningún apoyo.
  • Busca tiempo para ti misma. Aunque suene súper complicado, debes encontrar tiempo para estar bien contigo misma. Si logras tomar un baño largo o hacer alguna actividad física al menos durante 20 minutos, te sentirás más relajada y estarás en mejores condiciones de disfrutar de tus hijos.
  • Descansa lo más posible. Hay periodos en la vida de las madres trabajadoras en que se sienten tan cansadas que piensan que ya no tienen energía para seguir. Deshazte de los compromisos innecesarios. Aparta tiempo los fines de semana para tomar una siesta. Entre más descansada estés más fácil será manejar los problemas que inevitablemente surgen todos los días.

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