Las manos de mi abuela



Creo que las manos de las mujeres están hechas para darle vuelta a la tortilla, recuerdo esas manos pequeñas y arrugadas que me enseñaban a preparar un mole: tostando el bolillo, los cacahuates y sin receta, al menos no escrita repasaba uno a uno los ingredientes, esas manos que cargaban el agua en cubetas para abastecer la casa (muchos años después llegó el tinaco), y si, esas manos que  daban vuelta a las tortillas, y que siempre estaban calientes en el tortillero listas para comer.

Ahora, casi dos décadas después de esos recuerdos, esas manos ya no le dan vuelta a la tortilla pero las heredamos, mi madre, mis tías, mis hermanas y yo.

De pequeña mi madre comía al final o de pie, al tiempo que volteaba del comal las tortillas y servía nuestros platos, tiempo después que mi madre regreso a la vida laboral en casa los roles cambiaron, y no pudimos más que seguir la dinámica de voltear la tortilla mientras ellos las comían, pero el comal es un ser injusto, arrogante y destructor, donde sudas, te salen ampollas cuando tu habilidad para dar vuelta aún no es muy buena, aísla y sobretodo te pierdes de esa convivencia  con la familia alrededor de la mesa.

Yo decidí hacer la huelga al comal, el que quisiera aquel alimento ancestral debía interactuar con el comal. Otras muchas han decidido lo mismo llegando a diversos resultados, eliminar el alimento de su dieta diaria, comprarlas recién salidas de la tortilladora, y otras muchas usar el microondas para calentarlas.

Cuando llego a casa y ya comieron, me doy cuenta que al lado del comal están unas pinzas como las que se usan para tomar cubos de hielo y ponerlas en la bebida, porque exactamente ellos no entienden cómo es que se logra darle vuelta a la tortilla sin quemarse.


@AngieConter

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