Una semana sin Internet, la experiencia en Cuba

Empecé a escribir este texto, un sábado que en casa no había luz, por lo tanto según mi hermana no se podía hacer nada.

Nos avisaron que cortarían la luz ese día desde las 10am y se restablecería el servicio a las 3pm, por lo que ese día madrugamos para hacer todo lo que “afuerzas” tenemos que hacer con luz, cargar la batería de los teléfonos, y todas esas cosas importantes.

Pase una mañana limpiando mi cuarto, leyendo y escribiendo varios textos.

Estar sin internet este mes no ha sido ajeno para mí, pase una semana en la Habana y Varadero, Cuba sin Internet el 90% de mi estancia.

Esos días me sirvieron para reflexionar, no recordaba mi vida sin internet, como ya he narrado en ocasiones pasadas, en casa desde que tengo uso de memoria, siempre hubo un equipo de cómputo que aprendí a usar con miedo, después llegó internet, mi casa, era de las pocas que pagaban este servicio. Hace unos cinco años empecé a pagar un plan de internet desde mi smartphone, por lo que a dónde voy el Internet va conmigo.

En Cuba compré en el aeropuerto una ficha para tener internet en la isla (como esas fichas para cargar saldo de Telcel), finalmente no podía desconectarme del todo entre el trabajo y avisar  mi madre que seguía viva, la ficha en cuestión era una tarjeta que te decía cual era tu usuario y tenias que rascarle a un sellito gris para descubrir tu contraseña, la compañía ETECSA pide a los turistas su pasaporte para registrar quién compro qué y cuál usuario tienes por lo que el gobierno Cubano sabe a dónde, qué día y que estoy consumiendo de su internet.

¿Dónde quedo la privacidad?

¿Qué uso se da a esa información que recaban de mi navegación?

¿Dónde quedo la neutralidad de la red en la isla?

¿Para qué quieren saber mi información si soy turista?

 

Ningún ciudadano me supo responder estas cuestiones y los de ETECSA me dijeron que era parte del procedimiento.

El gobierno es el único autorizado a proveer internet, es lento y caro, por cinco horas de internet pague 7.5 CUC (como 150 pesos mexicanos), el día que yo llegué al aeropuerto solo encontré fichas de 5 horas, pero en el mercado negro me vendían por el doble o triple de su costo fichas de 1 hora y más de 5, claro sin pedirte información.

Esta por demás decir que la ficha termino siendo un recuerdo más, nunca me pude conectar en las “zonas wiffi” (logré conectarme en el aeropuerto una hora antes de irme).

Las zonas wiffi eran muy fácil de ubicar, donde veías a turistas sentados hasta en la banqueta o recargados en la pared, pero también a unos pocos cubanos (principalmente los que vivían del turismo) que podían pagar un ficha, casi siempre era donde estaba un parque, museo o zona turística. Era en esas zonas donde algún cubano podía acercarse y querer venderte una tarjeta del mercado negro.

 

¿Cómo funcionan las tarjetas?

1.- Encontrar una zona wiffi

2.- Activar el wiffi de tu equipo

3.- Entrar a una ventana del navegador donde aparece una ventana con el logo de ETECSA y te pide tu usuario, contraseña y al entrar aparece un reloj contando el tiempo que llevas consumido y el que sobra.

El problema es que la red no es estable entonces se desconecta muy fácilmente. También había puntos de información y dudas, la misma compañía cuenta con cabinas telefónicas para aquellos que no cuentan con teléfono en casa. 

Platicando con un maestro de lo que sería el equivalente de primaria en México, me decía que los niños sufren mucho, porque ven a unos cuantos que si pueden acceder y cuentan con “los aparatos” para navegar, y que esta falta de equidad en las tecnologías es una brecha para su desarrollo. Caso contrario, un matrimonio que tiene dos niños pequeños de 4 y 7 años, me decía que preferían que ellos no tuvieran contacto con “eso” hasta que fueran más grandes, por qué no saben lo que ven o leen.

Para otros, creen que los extranjeros tenemos garantizada una vida más plena gracias a internet, sobre todo en los servicios, una pareja de suecos me decía que no entendía por qué debían de ir hasta Vedado a comprar unos boletos de autobús si se podían comprar por Internet, y que no sabían si eso solo se daba en Cuba o en toda América Latina. Mi casera en Varadero, se quejaba amargamente de que tenía que ir hasta Santa Mónica (a 7 kilómetros de donde vivía en una guagua que pasaba cada dos horas) a realizar un trámite para que le dieran un papel que decía los datos de defunción de su padre para un trámite de herencia “en otros países lo hacen por internet” y decía que al hacerlo desde Internet no le quitaban tiempo a las personas.

Yo pude conectarme por que use un paquete (muy caro) de 20MB con mi compañía telefónica,  para navegar en la isla y que no requería conectarme a una zona wiffi, me sirvió para entrar en las noches a revisar en menos de un minuto o minuto y medio el whatsapp, telegram y responder uno que otro correo lo más rápido posible.

Estar una semana sin Internet no me volvió loca como muchos lo esperaban o como yo misma lo creí, al contrario me hizo valorar que para bien o mal, el acceso que yo tengo a Internet es un privilegio, pero que también en esta lucha constante por el Derecho a Internet debemos recordar que al menos en América Latina y el Caribe, el acceso no es igualitario y la brecha es mucha (muchísima).

 


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