Reflexiones de #SonMisFotos
Empezaré este texto diciendo que aplaudo la sororidad, solidaridad y organización inmediata que las mujeres tienen –tenemos- para apoyar a otras mujeres en situación de violencia. Pero también la capacidad de acuerpar, de hacer nuestra y alzar la voz por todas.
Justo está acción es la que me trae a compartir algunas reflexiones.
El día de ayer domingo el hashtag #SonMisFotos se volvió tendencia, fue una forma de apoyar a una mujer cuyas fotos habían sido expuestas por su ex sin su autorización y la respuesta colectiva fue decir que las fotos eran de todas.
La intención es buena, además invitaban a denunciar
el perfil de la ex pareja pero ¿qué otras cosas revictimizamos bajo una bandera
de sororidad?
Primero, ¿se solicitó a la víctima hacer uso de su historia y viralizarla? Si bien muchas no publicaron el nombre de la víctima si el del agresor, pero otras publicaron y compartían toda la información.
Segundo como
respuesta a la publicación respondían "gracias
por cubrirme [...] Me equivoque en confiar en [...]”, en múltiples
ocasiones he dicho que la culpa por la publicar/compartir fotos íntimas no es
culpa de la víctima, mucho menos es su culpa por confiar.
Jamás la culpa es de la víctima, nunca.
Al culpar a la víctima diciendo que por confiar le sucede algo es revictimizarla y además quitarle el valor de violencia que tiene el caso en sí mismo. La confianza o ausencia de confianza no es motivo para que otra persona haga uso de material íntimo y privado sin autorización para desprestigiarte.
También siento que se expone, el cuerpo del que se habla es el de ella no el de todas, hablamos del cuerpo de una mujer un cuerpo que hoy navega en Internet y es ese cuerpo de ella el que se va a materializar.
Las acciones sobretodo que visibilizan al agresor pueden generar más violencia a su víctima “por andar de argüendera ahora no paran de mandarme mensajes”, “por andar de chismosa me despidieron”, claro que el agresor merece pagar por su delito pero preguntamos a ella qué quiere hacer.
Exponer un caso no quiere decir que todas las personas van a sumarse de la misma forma, nuestro círculo de amigas y seguidoras comparten lo mismo pero eso no quiere decir que todas y todos lo hagan, las fotos ya están en la plataforma y con la facilidad de un clic se pueden descargar y volver a subir. No solo eso, más personas la van a ver al buscar información sobre el origen de la tendencia y al buscar al agresor pueden aparecer las fotos.
Necesitamos recordarles
a todas las demás personas que un cuerpo desnudo es eso un cuerpo como el de todas
pero también decirles que nadie tiene derecho a exponerlo sin nuestra autorización
y consentimiento.
Claro que las fotos son nuestras, claro que nuestro
cuerpo nos pertenece, nuestra sexualidad y lo que hagamos con ellas y nadie
sobretodo nadie debería de juzgarnos, crear teorías o prejuicios, nadie debería
decidir qué tan buenas o malas somos por como mostramos nuestros cuerpos.
En lugar de eso debemos decirles a ellos que nuestro
cuerpo nos pertenece y que no tienen ni deben de compartir un contenido que se
les confió y que de hacerlo podrán tener consecuencias legales.
Usemos el hashatag pero con mensajes donde les digamos a ellos que no deben de compartirlo, publicarlo, exponerlo, burlarse y usemos ese mismo hashatag para compartir herramientas y consejos.
Entiendo el enojo que nos causa que a estas alturas de la vida la violencia, nuestros cuerpos y vidas siguen sin respetarse pero el enojo no puede ni debería ser nuestra respuesta de acción, el enojo debe motivar la acción para pensar en estrategias que primero aseguren la tranquilidad y seguridad de la víctima.
Repito es muy lindo que se busqué acuerpar a una víctima lo
hemos hecho por ejemplo cuando se pide a los medios retiren ciertas fotos sobre
feminicidios, lo que expongo en el texto es una invitación a cuestionar que nuestras
prácticas de sororidad no revictimicen o generen más violencia.
Seguimos aprendiendo.
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