Body positive menos moda en redes, más postura política y menos discriminación
Este texto surge como respuesta al texto de Tania Magallanes Gorda que te quiero Gorda.
Hablar de mi cuerpo es complicado.
Mi cuerpo y yo no tenemos la mejor relación y es probablemente la primer
vez que lo escribo así en un formato más amplio que un tweet.
La noche que leí el texto de “Gorda
que te quiero Gorda” por Tania Magallanes le escribí después de haber
borrado el mensaje varias veces, al diablo me dije le tengo que contar.
Hablar del cuerpo gordo es
una postura política, me acepto o no, me quiero o no, cómo veo a los gordos y
me relaciono con ellos, es ver cuánta gordofobia tenemos interiorizada cuando
en este momento específico de derechos humanos, de progresismo, se habla de
aceptación y amor propio. Al menos en público. Aunque eso no ha evitado que los
memes sobre gordos, antes y durante esta cuarentena, me hayan hecho escupir el
café de risa, pero una hipócrita corrección política de mi parte me
imposibilita hacer pública mi risa ante el temor de ser señalada de micro o
macrofascismo corporal cuando la mera verdad es que me reí de muy buena gana.
https://www.lja.mx/2021/01/gorda-que-te-quiero-gorda-por-mis-ovarios-bohemias/
No puedo tomar la postura de
decirme gorda en estas líneas por qué entonces estaría apropiándome de una
postura política que no me pertenece pero que además sería una bofetada a
quienes luchan todos los días con esa etiqueta y lo que representa. Lo que
implica mi postura es desde quien ha vivido con la
etiqueta mental y por años he pasado de los mil amores a odios sobre lo que
implica “ser gorda”
Segura estoy que más de una persona lectora está pensando “neta Angie, ¿gorda?”,
si, por eso insisto mis palabras van desde esa etiqueta mental, esa voz, ese
recordatorio a muchas –no puedo
generalizar- nos ha pesado. Los comentarios, las burlas, los programas de
salud, los medios, etc.
Ver, hablar, tocar mi cuerpo no es sencillo, visiblemente podría entrar
en una descripción de un cuerpo sano y tener esos adjetivos que dan cierto pase
social pero la realidad es que no es así.
En mi adolescencia me dijeron muchas veces que si comía mucho terminaría
igual de gorda -comparándome con familiares mujeres-, no mencionó el parentesco
de ninguna de las personas por que cada una ha vivido su propio proceso pero
los comentarios se hacían dentro del núcleo familiar eso era más fuerte y
doloroso.
Como cortar mis caderas o piernas era imposible me escondí en ropa
ancha, colores oscuros.
Dejé de comer, en la prepa hacía dos comidas, desayunaba antes de ir a
la escuela y volvía a comer hasta la tarde noche, a veces galletas integrales a
medio día. Al entrar a la universidad el estrés, el no sentirme bonita, tener
que encajar en una carrera, en un grupo, más todo lo que ya venía arrastrando
hizo estragos en mi salud, gastritis, presión baja.
Ahora veo las fotos de la universidad y no me reconozco, no solo los
años pasaron también los kilos, al menos unos diez.
Pero ver las fotos hace algunos años me generaba estrés, ¿Cómo es
posible que estuviera así de delgada hace unos años? Y ahora ¡mírate!.
Desde que egresé subí como 20 kilos, luego los bajé y así la historia.
Los comentario seguían, ese no es el cuerpo adecuado para una mujer de
tu edad, estas engordando, si sigues comiendo vas a …
¿Cómo puedes detener el paso de los años por tu cuerpo? ¿cómo?
¿Cómo le explicas a tu cuerpo el cambio de tallas?, que el pantalón ya
no te cerraba que luego si cerró que luego se te caen y los tienes que llevar a
reducir para luego volver a sentirlos “justitos”
Y aunque siempre había hecho ejercicio ¿Qué estaba pasando?
Llegó la pandemia y entre las pérdidas que nos dejó el 2020 también perdí
una parte de mí, mi confianza a mi cuerpo, convivo 24 horas, siete días a la
semana con mi reflejo y aunque ya tenía años los comentarios se habían quedado
instalados en mi cabeza y se asomaban del armario (así llamo a esa parte de mi
cabeza donde guardo todo)
Leer el texto de Tania me hizo cuestionarme mi gordura, lo sé no me
apropio esa etiqueta por lo que implica políticamente pero el concepto en sí
mismo es algo que tenemos o al menos tengo instalado cada que hace eco en mi viene acompañado de
negación, de reprimir.
Se instaló en mi cabeza la idea de bajar de peso, de tener un cuerpo aceptable
para entonces ser eso: aceptada
Por qué de entrada la vida es difícil y si eres mujer que no cumple con una
serie de patrones y características socialmente aceptadas entonces no eres
nadie o eres lo peor, porque todo se define desde dos dicotomías ser buena o
ser mala, delgado es bueno, gordo es malo.
Crecí en el bombardeo de una familia que me decía que “ser gorda” era
malo y un medio donde lo atractivo no eran las curvas, he estado gran parte de
mi vida adulta en una culpa con mi cuerpo, qué como y cómo debería de sentirme.
Y ahí estaba frente al refri comiendo del molde en un atascón que me hacía
sentir bien para luego hacer 30 min más en la caminadora para quemar las
culpas.
La presión de fuera, la propia.
Tania pregunta “¿de qué hablamos cuando hablamos de
nuestro cuerpo, de nuestra grasa, de nuestras lonjas?”
Hablo de mi culpa, de la heredada, de la asumida, de la impuesta, de cómo me llevaron todas estas culpas a rechazar mi cuerpo. No lo negaré, me gusta ver mi cuerpo ahora años después fuerte, ejercitado, atlético pero el constante miedo a ser la gorda está presente.
Veo mucho body positive invitando a las mujeres a querer su cuerpo y las
corporalidades diferentes, dejemos de lado el discurso donde lo gordo es malo y
poco sano, apropiemos el discurso político de nuestro cuerpo pero más
importante hablemos menos de la gordura desde la discriminación por que muchas aunque
lo callemos por años tenemos instalado en nuestra cabeza una cinta de medir que
está constantemente midiéndonos.
Hablo desde mi cuerpo, ese que esta hinchado en este momento con cólico,
ese cuerpo que está aprendiendo a verse al espejo, pero este es mi proceso.
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