Ir a terapia es para locos, hasta que me rompí
Yo era de esas que creía que
la gente que va a terapia está loca, creí que quien platica sus problemas con
una persona que no conoce estaba mal, que el simple hecho de buscar ayuda para
hablar de emociones te hacía menos fuerte, lo confieso fui una de esas
personas.
Escribir esto no es fácil y
creo que además de mis amigas más cercanas es la primera vez que lo cuento. Hace
unos años me negaba a ir al psicólogo hasta que me rompí, exploté como olla exprés
entre lágrimas, estrés, depresión.
Fui educada bajó la consigna
de fortaleza y fuerza como principio para sobrevivir, la hija mayor en una familia
conservadora de la cultura del esfuerzo, hablar de mis sentimiento no era algo
común en casa pero si “debía” maternar a los menores y uso las comillas para el
deber por que no era una indicación dicha desde lo textual o literal pero si un
deber ser en el rol que me tocaba desempeñar en la familia.
Con el tiempo me volví la
figura paterna.
Pero también en ese tiempo
alimenté esa olla exprés hasta que todo lo que creía “bien” se fue derrumbando
y me encontré en la zozobra del “¿ahora qué hago?”
Es importante explicar
amable persona que lee estas líneas que soy una persona de estructuras, muchas,
mi estabilidad en todos los sentidos se mantiene por el control que tengo a eso
mismo y cuando una se salé de control pues viene el caos, eso creía porque esa
estabilidad me ha mantenido solo ha sido cuestión de encontrar mi equilibrio.
En el pasado había resuelto
ese desorden con otros métodos pero ya no funcionaban igual crecí, aprendí
creyendo que los problemas de una los resuelve una misma, pero también creía
que buscar ayuda no es de fuertes.
Es irónico ahora leer que
escribo estas palabras, por años he aconsejado a mujeres o personas que me
buscan para un consejo, les he escuchado y lo veía como una forma de ayudar
pero creía que ayudarme a mí misma no
estaba bien porque la gente –esa gente imaginaria que tenemos en nuestras cabezas-
espera que siempre este con una sonrisa. No me malinterpreten, ayudar me
encanta pero es correcto creía que yo no debía ser ayudada.
Fue esa gente en mi cabeza –y
algunas personas reales- que me decían que por ser “Angie” debía de ser
perfecta, sonríe, no llores, no muestres enojo y me la creí. Me la creía tanto
que era perfecta en ese papel.
Cuando me rompí todo cambio.
Pero este proceso no lo hice
sola - no soy una super mujer-
tuve mis redes de apoyo que estuvieron y han estado, esas mujeres que me han
salvado una y otra vez. Mucho tuvo que ver con querer entrarle y arriesgarme,
ver que pedir ayuda no me hace menos y que no me pasa nada si la pido, esas
mujeres estuvieron para ayudarme.
Como muchas crecí también
con ese estereotipo, la gente que busca ayuda está loca, la gente que va al psicólogo
tiene problemas, y así dentro de mi deconstrucción y decirme feminista también reproducía
ese estereotipo –ser feminista no me hace menos violenta o más empática, eso se
trabaja y construye-
No soy mejor persona por ir a terapia, pero puedo decir sin vergüenza
que voy con la psicóloga así como voy al gym, a pole, a terapia física.
No es fácil pero también entendí que no puedo ser el soporte emocional,
he tenido que decirle no a varias personas y eso ha hecho –sobre todo en el
plano romántico- que se alejen.
No es fácil, dar el primer paso es muy difícil, hablarlo mucho más complejo
pero recuerden que no estamos solas, algunas preferirán contarlo en un post en
sus redes sociales, otras enviando un mensaje de whastapp y otras como yo
preferimos que sea un tema más privado, no importa, lo importante es saber que alguien
nos podrá escuchar.
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