Antes y después de las redes sociales
Mi día es tan común como simple, la luz roja es para whatsapp, verde para correo y azul para notificaciones de Facebook y Twitter, además de eso suena una campana que vuelve a notificar lo que ha llegado a mi Smartphone.
En ocasiones vuelvo un poco hacia atrás y me pregunto cómo era todo cuando no tenía un teléfono en mis manos las 24 hrs del día. Como muchos de mi generación no soy nativa de Internet, fue una adopción mutua la que nos llevó a convivir y depender de ella.
En mi educación básica siempre conviví con computadoras, unas más obsoletas que otras, pero el aparato estuvo presente, pero el más importante estuvo en casa, era una enorme caja color beige que estaba en el estudio y al que no podíamos acercarnos por qué algo le podía pasar, mi padre se sentaba frente a ella por las noches para “trabajar” – no entendía que tenía que ver su trabajo con una caja-, sus dedos golpeaban las teclas y desde sus lentes se veía reflejado una pantalla azul o negra.
Fue cuando entre a la secundaria que ya tenía la edad apropiada para entender el uso de aquel aparato, fue una noche cuando conocí a “Encarta”, la enciclopedia más completa –en ese entonces- en varios CD´s, desde sus gráficos recorrí en 3D el Museo de Louvre y diferentes maravillas arquitectónicas del mundo. Después de Encarta tuve que convivir con Internet, lo que entonces era una maravilla a mí me daba miedo usar, su conexión era más que complicada, primero tenía que prender la computadora, posteriormente conectar el cable del teléfono y esperar –como por arte de magia- a que ambas fueran compatibles e iniciara una magia lenta, con gráficos planos, pocas opciones para navegar y para variar tenía que ser rápida por que interfería la línea del teléfono.
Hasta que inicie la preparatoria mostré un poco más de interés pues estudiaría la carrera técnica en “Programación”, una amiga me ayudó a crear mi primera cuenta de correo electrónico y de ahí en adelante en 10 años el Internet y yo nos hemos vuelto grandes amigos.
Bueno más o menos…el primer proyecto digital que emprendí fue el blog, entró conmigo después de varias pláticas sobre las ventajas de esta plataforma un octubre del 2008, pase la universidad sin el estrés de redes sociales, –o distracción- chistes, invitaciones a eventos y chismes me los perdí por que no estaba en el “face”, en parte agradezco que mi conocimiento sobre esa red llegara muy tarde, porque de ser como ahorita, hubiera tardado más en hacer las tareas y reportes.
Facebook lo tuve que abrir cuando decidí lanzarme como candidata a consejera en la universidad, ocupaba estar donde estaban los universitarios, la red de los 140 caracteres llegó el año en que salí de la carrera por que ocupaban a alguien que manejara redes sociales para hacerla de community manager, Google Plus lo conocí el año en que apareció como proyecto piloto.
A la fecha he descubierto que Internet se ha vuelto un arma de dos filos, es un foco de distracción, si sumamos los minutos y horas que pasamos frente a un aparato digital se vuelven días; bueno la culpa no la tiene Internet, es también una la que no se concentra y canaliza de manera correcta su tiempo.
Pero también Internet nos ha ayudado a “conectarnos”, a mantener a los viejos y nuevos amigos, nos acerca la noticias, hechos, la información, los momentos y sobretodo algo muy importante, nos permite “interactuar”, ser la voz y ser partícipes de las causas son solo un clic.
En más de una ocasión he llegado a pensar que las redes sociales me quitan mucho tiempo, pero creo que cuando veo el resultado, las cosas cambian y creo que puedo seguir haciendo todo sin sacrificar unos y otros.
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