Menstruación, parte I, “la señorita”
Hace poco leí
un maravilloso texto de una gran amiga, Lulú Barrera, Amo mi
sangre menstrual en el que habla de su menstruación y como se ha
encontrado a sí misma y ama este proceso, fue al leer sus palabras, que
reflexione sobre mi proceso menstrual, cómo afecta, impacta y sobretodo como la
vivo.
Para esto en
el Blog Angie, les presentaré en las siguientes semanas, las anécdotas de
diferentes y distintas mujeres – y también la mía- a partir de su menstruación pero
también los mitos-creencias que nosotras y la sociedad hacemos a partir de este
proceso.
Uno de los
mitos es como llamar las cosas, ya basta de decirle de mil maneras, es menstruación, a
todas nos ha pasado y todas hemos escuchado las miles de maneras como se disfraza:
“estar en el periodo”, “la ola carmesí”, “la
visita mensual”, “llego a Andrés”, “está de visita Andrés”, “son esos días”, “la
regla”, “me bajó”, “me ha bajado”, “estoy en regla”, “me vino la regla”, “ando
en bandera roja”, “mis días de mujer”.
No llamamos
las cosas como son por miedo, ignorancia a lo desconocido y por qué nos han
enseñado que es un tema que nos debe dar pena, debe ser un proceso íntimo y
secreto.
Es tan íntimo
que las toallas sanitarias, tampones o copas, deben ir escondidas en una bolsa
dentro de otra bolsa y lo que usemos no debe ser visto por nadie, mucho menos
por los hombres.
Mi menstruación
llegó antes que a otras niñas del colegio, tenía 11 años cuando tuve mi primer
contacto con esa mancha roja oscura. En el colegio, como imaginaran, era un
tema por demás oculto, no se mencionaba, decía, hacía referencia a ella, nada.
Mi educación sobre
el tema estuvo a cargo de dos personas, mi mamá que me explico cómo pudo y la
maestra del colegio. Para mi madre, era un proceso con el que iniciaría mi vida
de “señorita”, dejaba de ser una niña y adquiría responsabilidades de adulta, tenía
que dejar atrás los juegos y comportarme a la altura de mi nuevo rango de “señorita”,
tenía que cambiarme de toalla varias veces al día, tener cuidado de no manchar
la ropa y ser muy discreta, me dio el ejemplo de mi abuela que cuando era joven
debía usar una falda negra esos días, y
así pase una tarde escuchando de mi madre ejemplos de cómo se sentían mis
tías y ella, los dolores y lo incomodo, eso era ser “señorita”.
Y también me
explicó que debía tener cuidado de los novios – es correcto, pase años sin
entender por qué menciono eso-.
En el colegio
tuve una maestra intrépida para su tiempo, como recordaran, el colegio mando a
mis padres una carta cerrada dónde les preguntaba si su hija podía tomar la
clase de educación sexual con todos, mis padres aceptaron, la clase se dividió
en dos temas: niñas y todos, en la clase de las niñas se nos explicó, solo a
nosotras, lo que pasaba con nuestro cuerpo, para esto, después de rezar y
agradecer a dios la maestra saco de su bolsa una enorme toalla sanitaria,
inicio la clase y nos explicó cómo ponerla, dónde iba a caer la sangre, el
color y como quitarla, hacerla rollito y tirarla.
Pero cuando
llegue a esa clase yo ya había convivido con el susto de mi vida, ver mi
pantaleta roja, todo lo que mi madre me había explicado no sirvió de nada, porque
ese día llego, entre en pánico y no hice nada.
Después fue
más fácil, un periodo irregular y la tranquilidad de mi madre de saber que no había
novio, entonces todo iba bien – seguía sin saber el porqué del novio.-
Claro que me
molestaba cada mes su llegada, sabía que la menstruación trae consigo inflamación,
espinillas, malhumor, mi cabello se esponjaba y no podía dormir, sin duda eran
malos días, no podía usar ropa ajustada por temor a que se marcara la toalla,
visitar el baño miles de veces para cerciorarme que todo estuviera en su lugar,
definitivamente eran malos y me molestaba su presencia.
Saque 10 en
ciencias naturales pero no sabía de dónde venía la sangre o por dónde salía, nunca
platique con ninguna compañera sobre la menstruación, menos con un hombre, era
un tema de casa y en la casa, lo más lejos era cuando una compañera me pasaba
en la prepa un papelito preguntándome si traía una toalla extra.
Con los años,
fui adquiriendo conciencia sobre mi cuerpo y lo que pasa en “Angie”, pregunte,
leí, interrogue, y también lo platique abiertamente con amigas y compañeras (es
un tema aún difícil, pero ya somos más), los novios que he tenido, sabían cuándo,
lo que sentía y ya sabían que les podía decir que no quería salir porque estaba
en mi periodo de menstruación o que me consintieran con un chocolate o que
antes de llegar por mí compraran un paquete de toallas.
Hasta la fecha
me molesta que asocien mi humor con la menstruación, es como querer culpar o
buscar una justificación.
Sigo preguntándome
muchas cosas, otras que aún no logro comprender, aún no me animo a usar la copa
menstrual, pero sé que el día que la use les escribiré sobre la experiencia.
Lo que si
estoy segura, es que con los años, he descubierto que la menstruación es un
proceso natural, normal y sano, que no debe de causarnos pena, he aprendido a
convivir con ella, a sentirme segura y a descubrir que no por menstruar me
convierto en señorita y sobre todo a no enojarme cada mes que veo mi pantaleta
con la primera mancha roja.
Recuerden que
el 27 de agosto tendremos la 1er
Editatona Ags
Creo que estas seriamente enferma y perturbada por el marxismo cultural, terminaras como las demas "talentosas" hembristas feministas: o Lesbiana o Drogadicta. Aun estas a tiempo de desintoxicarte amiga. mejor escribe poemas o novelas.
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