Burnout feminista, reflexión de cierre de 2022

 


Empiezo a escribir este texto en mi primer día de vacaciones, me desperté tarde –muy tarde- y pensé ¿qué se hace cuando se está de vacaciones?, claramente mi mente ya tenía una lista de tareas para hacer cada día de la semana. Llegar a nombrar “tomarme unos días” fue –probablemente- la decisión más difícil de este año.

Hace unos días le decía a mi comadre que esta semana sería tranquila y que trabajaría en cosas sencillas esperando no se ofreciera nada, yo evitando decir la palabra “descanso”, porque claro, creo que no merezco descanso, para qué tendría que descansar, y si pasa algo, y si sucede algo y si no respondo, no estoy, no veo. Previó a navidad encontré el texto El burnout feminista. ¿Podemos habitar el feminismo sin quemarnos y dejar las cenizas en él? de Ita María Díez que me puso a llorar toda la mañana.

Qué difícil es parar, que difícil es hacer un alto para escuchar al cuerpo y que difícil es recordar que soy una persona que también merece un descanso y decir hoy no.

Y caí en cuenta de eso, hacer malabares con varias actividades (tengo dos pantallas para poder estar viendo de mejor forma todas las ventanas que tengo abiertas), contestar llamadas, mensajes en los traslados de un evento, reunión, taller, cuántas veces me dijeron que mi agenda era más compleja que la de una diputada -¿eso se supone debía tomármelo como un halago?-, sí, ese ser multitasking tan (sobre)valorado, la capacidad de hacer y sonreír.

Pero, no fue lo único.

Este año hubo decisiones difíciles que tomar, no asistir a algún evento, no lograr cuadrar la agenda, tener miedo de asistir a una reunión, brincar por la ciudad para llegar, y en todo esto el miedo a ser la “mala feminista”.

Escuché infinidad de veces la frase “dónde están las feministas” y peor aún, lo personalizaban “qué vas a hacer al respecto”, “por qué no haces nada”, “deberías posicionarte”. Todavía en el 2022 tuve que explicar que el movimiento es más grande que individualizarlo en una persona, que exigirle, demandarle a una persona, que no existe eso de buenas y malas por que las personas somos una guía pantone de gamas, tonos y variedades que no pueden resumirse en ser buena y mala, entonces ¿qué es ser buena?, y tuvimos que repetir hasta el cansancio que no hay un feministometro.

Pero ser, nombrarme, poner el cuerpo, la cara, buscarme desde el feminismo me ha llevado a otro tipo de burnout. El feminismo es voluntario, individual, colectivo, de mucha reflexión, es político, el feminismo para mí se ha vuelto una forma de ver, reflexionar y vivir en el mundo, pero para otras personas se ha convertido en una forma de exigirme cierto comportamiento.

Nombrarme feminista se volvió una etiqueta de exigencias, y en este punto quiero hacer un paréntesis, no estimada persona lectora, no sienta mis palabras como un reclamó, al contrario, comparto como el feminismo me ha llevado a un burnout como un acto de reflexión y conciencia de algo que me ha tomado diez o más años trabajar, mucho quehacer individual, pero también como el mundo ve y cree que debo ser, pero también deberíamos parar y pensar en cómo buscamos reproducir en las personas que se nombran-nombramos la exigencia del poder aprendido que no deberíamos seguir reproduciendo.

Hubo días que me saturé tanto,

Este año logré no trabajar los fines de semana (sí, también lo hablo desde mi privilegio) pero también hice malabares con la agenda, hubo días que tenía que despertar muy temprano, dormir muy tarde, comer frente a la computadora, llevar la barrita de granola para largas jornadas, muchas cosas sin pago alguno -claro la sociedad civil somos la caridad pero cuando se tiene recurso es en quien menos piensan-, llegaba tan cansada que aun así me iba al gimnasio, corría a terapia, a subirme al pole, tener vida social, y aunque hago lo que me gusta, lloré muchas veces en la noche, de cansancio, de impotencia, muchas veces le escribí a mi comadre con el sentimiento de culpa por haber pasado un fin de semana descansando y el lunes toparme con mil pendientes.

Dejar de romantizar los excesos de trabajo, no, eso no es una habilidad o cualidad.

Una tarde creí que me volvería loca, había pasado un fin de semana de pijamada viendo películas y comiendo galletas oreo y no podía con la culpa, tenía muchos pendientes, salía de viaje y tenía que dejar todo listo, recuerdo que le escribí a mi comadre diciéndole que eso me pasaba por querer descansar, estaba de mal humor, enojada, no sabía si llorar o pegarle al escritorio.

Este año y el regreso a lo presencial me trajo otro ritmo, intercalar reuniones virtuales con actividades presenciales, a eso sumarle los viajes (no, cuando viajo no es de vacaciones).

¿Cómo le haces para hacer todo? Se convirtió en el piropo 2022

Pero seguía siendo la mala, la feminista vendida que no mantiene la pureza de la causa.

Te lanzan y callan, porque cuando algo pasa te etiquetan en todos lados para que des una respuesta, para que hagas y deshagas, para que digas, grites y contestes todo. Si una lo hace no quiere decir que lo haga todo. Darme cuenta que no lo puedo hacer todo también es autocuidado.

Sí, yo me pongo la playera y vaya que adoro las playeras con mensajes estampados, pero no solo porto la prenda, también hago un trabajo personal, no solo me sumo a las marchas, también busco ser la mejor versión de persona para mí para compartir con las demás personas.

Entender que no lo puedo todo y eso también está bien. Que cada una aporta desde su historia, proceso y momento.

No preguntan, como eres feminista todo lo puedes, la cantidad de mensajes de personas que no conozco y que me mandan mensaje para “solucionar” sus temas, personas que no dicen ni hola y que se molestan si les pregunto su nombre -por favor no lo hagan- preguntar antes de canalizar un caso es también autocuidado.

Decirme y nombrarme desde el feminismo no quiere decir que tengo el poder de resolver todo, hay temas que no llevo ni llevaré, hay horas en las que no voy a responder y hay días donde no puedo ni estoy en condición de acompañar.

Y cuando me dejan en visto o se molestan la culpa vuelve, porque no logré tener 25 horas.

Soy la buena para unas, la mala para otros, la enemiga de algunas. Una tarde de marzo me marcó una de las ancestras que más quiero, yo lloraba al teléfono deshecha, ella me escuchaba y desde todo su amor me decía que no podía darle gusto a nadie, que había hecho lo que creía que era lo mejor, lloré tanto.

Otra ancestra me ha dicho que el movimiento se siente muy solo, y lo he sentido, la soledad de gritar sola, sin eco y no debería ser así.

Hay días que ha sido mejor hacer un alto, no, no me he alejado, lo que he hecho ha sido reconstruir, la comunicación, los acuerdos, desde la organización seguimos pensando e inventado las formas en las que el trabajo se pueda garantizar desde el feminismo priorizando siempre a las personas, respetando sus derechos, el autocuidado, las maternidades, y un largo etcétera, no, no somos perfectas pero hemos buscando las formas no desde esa idea tan romántica de horizontalidad sino desde la forma en la que mejor nos hemos (re)encontrado.

El 2022 está por cerrar, iniciará un nuevo año con muchos retos que me invitan a reflexionar cual ha sido mi activismo y que debo dejar de hacer, que mirar, reflexionar y repensar las formas en las que me y nos seguimos nombrando desde el feminismo, por que seguir haciendo lo mismo significa que no hemos reconocido los avances, pero también las deudas del movimiento.

Alguien me preguntaba hace unas semanas por qué no me he quebrado, me he quebrado muchas veces, más de las que se imaginan, pero he tomados esos pedazos y he visto como seguir, cada día me sigo cuestionando, buscando ser mejor persona por mí y para mí, saber que el feminismo no es una vida en “morado”, ni “el amor entre mujeres eternos” es también autocuidado.

Comentarios

  1. Uf, gracias por compartir esto. Qué importante es hablar sobre el burnout en general y, en específico, sobre el vinculado a las luchas y/o activismos sociopolíticos. En mi entorno cercano también he percibido ese cansancio que describes. Es algo común, algo que (nos) está pasando y que está de la chingada porque suele llevar o a problemas de salud o al abandono de la lucha, y no tendría que ser así.

    Leyéndote recordé una escena de Wonder Woman (2017) donde está en la guerra y quiere apoyar en combate, pero también ayudar a gente herida y son muchas muchas personas que les vendría bien su ayuda pero se da cuenta que no puede ayudarle a todes: ni la Mujer Maravilla puede con todo, pues. Entonces se decide por una sola cosa y se pone a ello. Y, no sé, me parece que es una lección chida que aquí también nos cuentas.

    Celebro, pues, tu proceso de examen y revisión de ti misma y que te mires con compasión y tengas la generosidad de compartirlo a través de tus letras.

    Y así muy de cosas prácticas, creo que este par de hilos de Twitter tienen ideas que podrían serte útiles:
    https://twitter.com/AntoniaRForster/status/1546580700849127424
    https://twitter.com/eldoctortiempo/status/1608544363034071040

    ¡Saludos, Angie!

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