Talla G
Hace unos días fui al centro comercial, recorrí las tiendas buscando algo lindo,
encontré un par de pantalones, los cuales llevé al vestidor, después de
probarlos, descartar los que no me quedaban bien o no me favorecía el color,
reflexione sobre mi compra, me volví a emocionar y fue entonces cuando me di
cuenta de la talla del pantalón.
¡Era talla G!
¡Era talla G!
¿En qué momento mi cuerpo se convirtió en talla G?, para los que me conocen en persona podrán confirmar qué no soy la más mujer más delgada, tengo mis curvas y mis llantitas, pero no para llegar a lo que podríamos considerar como “G”.
Las empresas se han encargado de vendernos una ilusión, y ese es un verdadero problema, nos hacen creer que existe un esquema/imagen perfecta de cómo debemos lucir, la mujer moderna es perfecta, bella y sofisticada, ¿cómo lograr eso?
¿Existe en verdad un efecto
entre la publicidad y cómo nos queremos ver?, yo creo que sí, nos creemos esa ilusión
de que la felicidad depende de una talla.
¿Una talla?, claro porque todo
gira en torno a una talla, yo batallé/batallo para encontrar un par de
pantalones que me ajusten bien, buscar un vestido en ciertas tiendas disminuye
nuestras posibilidades, cuando todo esta reducido a tallas: 0, 1, 2 y 3.
Platicando con una diseñadora
de modas, me decía que marcas que se venden en México pero que son fabricadas
por empresas Europeas tienen mucho ese problema, el cuerpo de la mujer mexicana
es diverso, exótico y con un sinfín de curvas, pero, cuando las empresas
mexicanas se ven reducidas a copiar esos patrones, entonces es cuando parece
que todas las mujeres son producto de maquilaría en serie.
Y claro que es un problema,
llegar al vestidor, estar emocionada porque el vestido te encanta y darte
cuenta que no sube el cierre, dónde queda la realidad de lo qué es ser una
mujer.
Cuando más joven esa ilusión
de querer verme como las chicas de las portadas me trajo problemas, me convertí
en una anoréxica de closet que iba por la vida delgada y pálida, sufriendo de
presión baja, mareos y un hambre eterna, creía que debía de parecer para poder
ser.
Las empresas de moda han
creado toda una imagen a partir de la figura femenina, nos dicen que medir,
como vestirlo, nos dicen que la mujer debe lucir, siempre sonreír y solo así de
ese modo alcanzar la felicidad, esa es la mejor ilusión.
Creemos que debemos comprar en ciertas tiendas para estar a la altura, tenemos que poder entrar en esa ropa, porque la ropa no se modifica, quién se modifica es una y no al revés, la ropa debería acomodarse a nuestro cuerpo.
Alto!!!, no podemos seguir viéndonos en el espejo preguntando por que un pantalón es talla G, es nuestro derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, cómo queremos lucirlo, cómo queremos andar por la vida, las empresas deberían tomar conciencia de este grave problema, hace un año la marca de muñecas Barbie saco una línea de muñecas de tallas, color de cabello, estatura diversa para promover con las pequeñas la diversidad física y que no importa cómo te veas, podemos seguir siendo como canta el lema de la marca: lo que queramos ser.
Cuándo me probaba ese pantalón
talla G, me regañaba a mí misma por ser esa talla, producto de comer esas
gomitas, galletas o tomar esas cervezas, me gusta comer, me gusta como soy, claro
también debemos cuidarnos, fue entonces que recordé todas las veces que me
sentí mal por culpa de querer ser parte de esa ilusión, colgué el pantalón y
salí de la tienda: Viva la talla G.
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