Soy una mala feminista*
Estamos en un
momento dónde se nos juzga por nuestro valor como mujer, nos juzgan por no ser
la mujer que se supone que tenemos que ser y mujeres como yo que nos declaramos
abiertamente feministas somos criticadas por qué no somos como se supone que
debería ser una feminista.
También estamos
en un momento donde muchas mujeres han adoptado prácticas patriarcales y juzgan
eso mismo que defendemos, nos juzgan a nosotras y a la causa de todas.
Soy una mala
feminista, por qué me gusta usar lápiz labial, voy a la estética, crecí bajo
una estructura patriarcal y conservadora, asistí a colegio de monjas.
Soy mala feminista porque no soy radical, ancestral, porque no soy
una mujer negra, blanca o pertenezco a una etnia, no soy artista o reconocida
activista, soy medio pop, política.
Me hice feminista de escuchar a mis maestras, de leer a Sor Juana
Inés, de ver a mi madre y tías, fue hasta ya entrados los años que me involucre
con feministas, que conocí a las antecesoras de los movimientos de mujeres en
Aguascalientes.
Sí, soy mala feminista, pero, “prefiero
ser mala feminista a no serlo” (Roxane Gay).
Y no, no vengo aquí a justificar mi feminismo o mi construcción
como mujer, yo como muchas mujeres de mi edad hemos crecido con un eterno
debate de construirnos, vivimos en un continuo ciclo de empoderamiento, días
muy malos donde derrumbar los muros sociales, culturales y tradicionales con
los que crecimos desde la infancia se vuelve muy pesado.
Muchos y también para muchas creen que no debo considerrme
feminista y mucho menos trabajar en temas de feminismo por qué no entro en el modelo.
Hoy ser mujer es sinónimo de revolución, lucha, de rebeldía y
puños en alto, pero ser mujer y feminista también es una crítica.
Entonces,
soy mala feminista.
Prefiero
ser la feminista que he ido construyendo a una que se acomoda a los momentos,
hace muchos años, cuando aún estaba en la universidad un amigo me dijo que mi
lucha era una moda.
Hoy
con tantos y tantos discursos de lucha, revolución, de mujeres tan diferentes
que con ovarios y mucho valor salen a hablar y hacer públicos casos de
violencia, hostigamiento e inequidad, hoy más que nunca nuestra lucha debería
ser por las mujeres y su diversidad.
Bienvenidas
todas las mujeres al feminismo, porque es mejor tener malas feministas a
feministas que no conocen de sororidad.
Bienvenidas todas las mujeres que con su historia personal se reconstruyen cada
día.
Bienvenidas
todas, mujeres que nacen, se hacen, crecen e identifican, es preferible ser
mala feminista a no serlo.
Y
bienvenidas también a todas las que no saben que es este movimiento, porque
también gritamos, luchamos y queremos construir un mejor mundo junto a ustedes.
*Inspirado en el libro “Confesiones
de una mala feminista” de Roxane Gay.
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