Quitemos lo romántico (al feminismo)
He aprendido a amar a las mujeres, escribí este texto pensando en
ustedes.
Ustedes saben quiénes son.
Ustedes saben quiénes son.
Tenemos una idea
muy romántica del feminismo y toda esa idea viene de la falta de hermandad. Por años las
mujeres estuvimos separadas, agobiadas con las tareas del hogar, la crianza, no
teníamos tiempo para estar juntas - y el patriarcado no quería que estuviéramos juntas-, estarlo significaba confabular con lo
establecido. Cuando vimos que estar juntas era una oportunidad de construir
salimos de esos espacios históricamente reservados para nosotras y nos
juntamos, gritamos y accionamos.
No habíamos estado
juntas y al hacerlo nos amamos, amamos la idea de poder tener vínculos con las
mujeres, lazos sin caer en esos refranes de “mujeres juntas ni difuntas”
Pero una cosa es
la sororidad como principio ético, político y práctica, otro el romanticismo del feminismo.
Creo que en
muchas ocasiones confundimos sororidad con romanticismo.
La sororidad
como principio ético, político y práctico implica mirar desde la crítica, una
crítica a nuestras prácticas patriarcales, tener una conciencia crítica sobre la
misoginia, los estigmas, la misoginia que también reproducimos las mujeres –aunque
lo nieguen- y también reconocer las semejanzas y diferencias que existen entre
nosotras para generar alianzas y pactos.
La romantización
del feminismo nos hace ver a todas iguales, respeto y amor incondicional por el
simple hecho de ser mujeres y por eso se soporta, tolerar y no se reconoce que
también en el feminismo hay diferencias. No tienen nada de malo el amor, el
problema es que reproducimos un amor patriarcal donde una persona entrega todo
y otra solo recibe, donde no queremos opinar para no hacer enojar a alguien y
quedarnos sin su amor.
No está mal el
amor entre mujeres, he aprendido a amar a las mujeres pero el amor se vuelve
tóxico y es eso lo que no nos deja ver y avanzar.
¿Ambas categorías
son necesarias? No lo sé, ustedes como yo estimadas lectoras estoy –estamos-
conociendo y construyendo un feminismo desde cero que nos permite aprender,
iniciar las veces que sean necesarias y volver a empezar.
Lo que si me
queda claro es que el feminismo desde un amor tóxico no nos permite hacer una
crítica que nos permita avanzar. El feminismo no puede ser blanco o negro, el feminismo
no puede ser una obligación de pensar y ser las mismas, de creer en lo mismo, hay
“principios básicos” que todas defendemos pero antes de todo somos mujeres.
Me quedan muchas
reflexiones que hacer en torno al feminismo, a mi feminismo.
El feminismo es
esta deconstrucción y construcción individual que te hace cuestionar todo hasta
el punto de gritar del cansancio y hartazgo, pero nuestras acciones inciden en
lo colectivo donde también se viven, sienten, procesos, avances y retrocesos.
Claro que amo,
claro que me encanta amar a las mujeres, pero para construir y avanzar prefiero
ser primero sorora.
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