Nos están matando
Arely
tenía 24 años, probablemente al día siguiente iría al mercado, prepararía pollo
y terminaría de ver la novela, Karla 17 años, ayudaba a su mamá con los
pendientes de la casa y como se había portado bien, tenía permiso de ir al
baile el fin de semana con su novio, Tania 21 años, debía acabar el
ensayo para la clase del viernes y esperaba muy emocionada el fin de curso para
regresar con su familia a Veracruz.
Probablemente esos eran sus
planes, probablemente no, tal vez, simplemente pasarían su día con las amigas,
cuidando a un familiar o estudiando, tal vez, nunca lo sabremos porque sus
vidas fueron arrebatadas antes de que el otoño llegue a su fin.
La primavera trajo consigo una
ola violeta, el florecer de un movimiento y la conciencia de una necesidad por
combatir, fue el calor sofocante en problemáticas sociales vistas como
“normales”, los rayos que queman y marcan la piel, el bochorno que invade cada
célula de nuestro cuerpo, ese calor que nos sacó a las calles para tomarlas,
ahogamos nuestras voces en gritos y reclamos por una sociedad que ve, vive,
siente el acoso pero es indiferente a ella.
Nuestras cuerpas sudaron
violeta…
El paso de los meses trae los
fríos vientos del invierno, las hojas caen de los árboles y un ciclo está por
concluir, así como el año viejo se ve más cerca, el silencio e indiferencia
también.
Nos están matando, nos matan
como si arrancaran las hojas de un calendario para acelerar las
despedidas, para ocultar los pecados y olvidar la primavera.
Los vientos helados traen
historias olvidadas, lágrimas, golpes ocultos tras el maquillaje, las hojas
caen de los arboles como cae la memoria colectiva, nos están matando…. Unas
tienen nombre y edad, pero muchas desconocidas cuyos golpes y moretones
han desfigurado sus rostros, siguen esperando su turno con los pies fríos,
siguen esperando que su historia se contada.
Saldremos a las calles las
veces que sean necesarias, porque nuestra vida lo vale, por que vivir es
nuestro derecho y nuestra vida debe ser respetada.
Saldremos a las calles por las
niñas que quieren un futuro seguro dónde vivir, por las mujeres que queremos
disfrutar la vida sin miedo a no regresar y por las que han vivido, su lucha,
no quede en balde.
Vamos a salir a las calles con
el viento helado del otoño a pedir –y sí, también a exigir- a una
sociedad que no sea indiferente, que las asesinadas, desaparecidas y olvidadas
no son un “problema transversal”, “no es un error administrativo”, “no es falta
de logística entre instituciones”.
Mi vida, nuestras vidas, valen
la pena salir a las calles las veces que sean necesarias y gritar: ¡Vivas nos
queremos!
Nos están mando, pero nos
queremos vivas.
El 25 de noviembre las calles
serán moradas, en una movilización a nivel nacional, en Aguascalientes cuando
tengamos más detalles de la movilización se las compartiremos.
Por cierto,
ayer me avisaron que fui seleccionada para participar en el #MediatonPower organizado por ChicaPoderosaMX en la
Ciudad de México a finales de este mes, ya les platicaré más detalles.
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