El cambio estuvo en el color


Por Angélica Contreras

Corte y pinte mi cabello como mi manera muy personal de iniciar el 2014, atrás deje esas ondas revueltas que tanto enamoraban y esa sonrisa discreta que escondía secretos. Recibí muy variadas muestras de apoyo y descontento por mi aventura, que aunque muchos consideraban solo pasajera aplaudían a regañadientes y otros vitoreaban el atrevimiento.

Mi primera vez con otro color, con papelitos metálicos en el cabello y leyendo para pasar desapercibida las revistas de chismes rosas, novelas y escándalos de la farándula, leyendo la vida que otros muchos quisieran tener.
Me sentí en  la película de Beauty Shop donde sale Queen Latifah, con las paredes tapizadas de gente bella, con personas entrando y saliendo del local que platican más como familia que como vecinos,  donde lo importante no era el corte,  sino lo que no querías platicar pero que al final será por la mezcla de olores, el ritmo de las tijeras al cortar el cabello, los pasos firmes de tu estilista, el agua tibia que escurre por tu cuello lo que nos hace hablar de lo que nos importa más que un cambio.

Las preguntas van surgiendo como  va tomando forma el nuevo corte, será que las estilistas saben interpretar la mirada, saben leer entre líneas que conocen que, como y cuando preguntar, y sin pensarlo al final son nuestras cómplices, las consejeras que sin tener que hablar mucho nos alivian el corazón.

Mi corte y color fue planeado con mesura tras varios meses de debate entre mi almohada y yo, busque y rebusque en internet imágenes que me agradaran, al final mi estilista dio el visto bueno y comenzó la faena. La verdad todo me horrorizaba, sobra decir que soy nueva en el arte del camaleón en mi cabello, y como niña pequeña todo lo preguntaba.

“Me siento como pescado empapelado”, le dije, y con eso fluyeron mil preguntas como, ¿por qué usar papel metálico?, ¿ese tinte que tan especial es?, ¿Por qué lo haces así?, intercaladas con preguntas personales y platicas inconclusas de citas pasadas.

Los cambios se confabulan con la vida que nos da sorpresas, a veces malos como un corte mal  hecho y a veces buenas como un cambio sorprendente, ver caer los mechones de mi cabello me dio la seguridad que el cambio era real y que este año que apenas iniciaba me sonreiría, atrás dejaba las lágrimas vertidas durante los últimos meses, el esfuerzo abrumador de querer olvidar saturando mi mente y cuerpo.

Al verme al espejo me vi a mí misma pero en color zanahoria/chocolate/cafesusco/rojizo, lo que puede hacer el color para borrar mis canas prematuras, las lágrimas, los tragos amargos, las ojeras, la simple y sencilla espera de un beso que se quedó en el aire para nunca volver, pero también ese mismo color tiene la magia de resaltar la sonrisa que conquista, el carácter que admira, la fortaleza que se enfunda y la coquetería de un futuro.
No puede más que gritar, gritar por el espanto de un color que no reconocía, por una yo que veía diferente…


Pero como la vida misma todo depende del cristal con que se mira, y ahora mi mirada era otra. Esa noche salí de la estética para volver dentro de mes y medio a refrescar mis propósitos y metas para este año y claro también regresare para retocar mi nuevo color. 

Comentarios

  1. te vez fabulosamente bien angy la belleza la tienes tanto interior como exterior y sigo viendo ala guapa clienta que gritaba y gritaba soy una zanahoria por el color y tu esponjado cabello pero despues de tu peinado te vi super satisfecha un abrazo y este año asi como hay cambios en tu vida viene mucho exito

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