Seis años del módulo de Ciberacoso, ¿Qué ha pasado?, ¿cómo vamos?

 




Hace una semana el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presentó los resultados del Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) 2021, estas estadísticas se presentan desde el 2015 (excepto en el 2018) y significa una forma en la que podemos medir el incremento de la violencia digital en México.


Durante seis años el MOCIBA ha brindado información estadística sobre cuantas personas en México que son usuarias de Internet han pasado por lo que el INEGI denomina ciberacoso, para el Instituto el ciberacoso o acoso cibernético se refiere a la situación en la que alguien se expone, de manera repetida y prolongada, a acciones negativas por parte de una o varias personas que buscan hacer daño o causar molestias. Los medios que utilizan son electrónicos, como el teléfono celular e internet.


Este concepto nos queda limitado y al mismo tiempo confunde sobre el tema del que hablamos, las prácticas descritas anteriormente hacen referencia a la violencia en espacios digitales, violencia que no es –lamentablemente- nueva y que se vive en las instituciones, casas, calles y ahora también en lo digital, esta violencia se puede dar de diferentes formas una de ellas el acoso o ciberacoso, suplantación de identidad, acceso no autorizado, difusión de contenido personal o íntimo sin consentimiento y otras tantas que marcan la tipología de las 13 formas de violencia digital creada por las compañeras Luchadoras (y que muchas usamos)

Con todo esto el MOCIBA nos permite saber ¿cómo vamos en violencia digital en México?



A primera vista podríamos decir que la violencia digital ha incrementado en el país, pero antes de sacar conclusiones fui a revisar los boletines de prensa y publicaciones realizadas por el INEGI para extraer la información más interesante que nos ayude a comparar ¿cómo vamos?


Además, para leer los datos no podemos quedarnos solamente con el número en frio, debemos leerlos desde la interseccionalidad y con perspectiva de género es muy importante para visibilizar la problemática actual.


Un primer lugar debemos recordar que la cantidad de personas que acceden a Internet ha incrementado, esto se debe a varios factores, el costo de los equipos que permite que se puedan comprar a costos más accesibles, la necesidad laboral, escolar y a eso podemos sumar la pandemia que nos virtualizo más.


En números tenemos que la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) estima que la población usuaria de internet en el 2017 era de 63.7% y en el 2021 es de 75.6%, en cinco años incremento casi 12% de la población usuaria.

Por lo tanto, al incrementar el acceso a Internet, el consumo, uso y la repetición de conductas que discriminan, agreden y violentan a grupos específicos.

Internet es una réplica del espacio “físico”

Revisar los informes del MOCIBA también dejo ver el avance que se tiene en incorporar la perspectiva de género en el análisis de los datos, claro eso complicó poder presentar los datos (no revisamos los microdatos) pero los primeros informes sólo presentaban la información separada en sexo cuando se hablaba de la cantidad, como fue avanzando los años la incorporan en todas las categorías.


Cantidad de “ciberacoso”

Lo mismo sucede cuando vemos los datos por sexo, además al revisar la forma en la que se nombraban los tipos de violencia –por eso les decía que se nota la incorporación de la perspectiva de género- en el 2015 se nombraba como “Recibir contenido multimedia” y “Recibir mensajes” en el 2016 “Recibir contenidos sexuales o agresivos” y “Recibir mensajes ofensivos” hasta llegar al 2021 “Recibir contenido sexual” y “Insinuaciones o propuestas sexuales”.

Por qué destacó esto, por la importancia de nombrar los tipos de violencias, también queda la duda de qué pasa con las personas que han pasado por algún tipo de violencia y no saben cómo nombrarla, hace algunos años en diferentes encuestas agregamos la categoría “no sé” y al pedir que describieran lo que habían pasado describían una situación de violencia, pero como muchas de estas prácticas se normalizan porque creemos que para estar en internet hay que “aguantar” no lo ven como violencia.

Internet no es un lugar para aguantar, también tenemos el derecho a un espacio digital seguro.

Edad, siguen siendo invisibles aunque son la mayoría

Otro dato que vale la pena sentarte a analizar es lo que sucede con las edades, revise más a detalle las edades entre los 12 y 29 años, para el 2015 el 58.1% de las mujeres usuarias de esas edades había pasado por violencia, para el 2021 el 60%, el 2016 y 2017 se presentan los resultados por edad, pero no dividido por sexo lo que no nos permite comparar.

Este dato preocupa por que son las usuarias que están más presenten en Internet y quienes más pasan por violencia digital, esta se puede dar de muchas formas pero lo preocupante son los efectos diferenciados que presentan, como la exclusión, el daño a su reputación, la pérdida de derechos, además las estrategias de prevención y acompañamiento de los últimos años tienen una mirada adultocéntrica que sigue minimizando los efectos que se tiene en las niñas y niños.

Tenemos los números, pero las acciones no están enfocadas en sus grupos de edad.

Al escuchar a las adolescentes en los salones de clases hemos visto como se sigue reproduciendo la idea que “quieren llamar la atención”, “son exageradas”.



Aguascalientes, ya no estamos “tan mal”

La primera vez que se publicó el MOCIBA en el 2015 Aguascalientes ocupaba el primer lugar como el estado con más ciberacoso con un 32% de la población usuaria (la media nacional era de 24.5%), en el 2016 andábamos en el 7mo lugar, el 2017 obtuvimos el segundo lugar como el estado con más ciberacoso a mujeres con un 23.4%, en el 2018 no hubo encuesta y en el 2019 se les olvido hace la separación por estados en el boletín, en el 2020 el 23.6% y en el 2021 el 22.2% de la población usuaria ha pasado por ciberacoso, el 24.1% mujeres y el 20.1% hombres. Por primera vez no estamos en el top cinco de los estados con más ciberacoso.


Aplausos.


La verdad si me alegró leer estos datos, pero surgen otras dudas, ¿qué estamos haciendo para reparar el daño?, ¿cómo estamos previniendo?, ¿cuál es el acompañamiento que dan las instancias?


Y es donde sabemos que la cosa se pone mal, seguimos y seguiremos insistiendo que el sexting no es un delito, que las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a la tecnología, internet y que castigar el celular no es la solución, seguiremos visitando escuelas, secundarias y diciendo #FrenaElHate, pero, ¿cómo hacemos este trabajo desde un enfoque de múltiples partes interesadas, desde una perspectiva de género y derechos humanos?


Efectos, de la nada al enojo.

En el primer informe (2015) los efectos no fueron consultados, en el 2016 fueron incluidos y hubo dos efectos que obtuvieron el mismo porcentaje, enojo y nada con 36.6%, como fueron pasando los años el efecto “nada” fue disminuyendo hasta llegar al 2021 con 1.9% pero, así como la nada disminuyó otros tipos de efectos incrementaron como el enojo en el 2021 con 68.2%, desconfianza con 39.2%, miedo 31.7%.


Los efectos me parecen una categoría muy importante pues nos habla del efecto que ha tenido frases como “lo virtual es real”, donde hemos –muchísimas colectivas, organizaciones y personas- hablado de los efectos “reales” que tiene la violencia en las vidas de las personas, ese ha sido uno de los grandes mitos que se han buscado erradicar.


Dejamos de pensar que es “normal” ahora hablamos de lo que nos hace sentir un comentario ofensivo o que discrimina.

En las secundarias y escuelas cuando trabajamos los mitos de la violencia digital son estos donde vemos los mayores retos pues desde estas edades normalizan que pedir fotos íntimas a la compañera a cambio de ser novios es normal, o que hacer stikers ofensivos de un compañero está bien.

Las personas ya están identificando que esas conductas les hacen sentir miedo, enojo, inseguridad, ahora ¿qué hacemos con eso?

Pensamos que lo que pasa en lo virtual se queda en la pantalla y no nos afecta.

Pero esto no solo sucede con las niñas y niños, también lo hemos visto con las personas adultas, aquí además implica hablar de la brecha generacional.



Tipos, diferenciar entre mujeres y hombres es importante

Más arriba en Cantidad de “ciberacoso” les decía que nombrar las categorías de tipos ha cambiado con el paso de los años, en esta categoría lo que vimos mantiene una tendencia, la violencia digital de tipo sexual fue y sigue siendo hacia las mujeres.


En el 2015 y 2016 que la categoría se definida de forma más general no había una gran distinción por ejemplo en el 2015 el tipo de ciberacoso de Recibir mensajes los hombres respondieron que el 13.8% y las mujeres 11.7%, un par de años después en el 2017 cuando se agrega lo sexual el número se duplicó, Insinuaciones o propuestas sexuales los hombres 13.1% y mujeres 30.8% para el 2021 Recibir contenido sexual, hombres 17.5% y mujeres 32.1%.


Esto no se trata de una competencia, la encuesta de MOCIBA señala otros tipos de violencia, me centro en estos tipos específicamente por lo marcado que se ve la diferencia y por las consecuencias que este tipo de violencia tiene en las vidas de las mujeres.


Acciones para prevenir, next a las contraseñas

En seis años hemos fallado en esta categoría, de todas las estrategias de seguridad la única opción que se ha mantenido con más del 90% es y sigue siendo cambiar la contraseña, en el 2021 es la estrategia que el 95.3% de las personas usuarias usan y le sigue con un 28.1% instalar o actualizar programas (antivirus)

Aquí debemos reflexionar en cómo y qué estamos difundiendo e informando como estrategias de seguridad digital. Sabemos que una contraseña no garantiza una seguridad al 100%, son necesarias otras estrategias y pensar en acciones individuales y colectivas.


¿Y luego?

Los datos no nos dicen nada si no los leemos con lo cualitativo, si no conocemos las historias y escuchamos lo que pasan las, los y les sobrevivientes de violencia.

A seis años debemos avanzar en el discurso, las estrategias y replantear que es lo que hicimos bien, mucho de los avances se ha logrado por el trabajo que hemos hecho desde las colectivas, organizaciones, asociaciones y acompañantes, pero también detenernos a revisar que debemos actualizar y hasta replantear.

Porque sin importar los números que sean creo firmemente que en Internet también es nuestro derecho.


No Navegas Sola


Todos los informes de MOCIBA los pueden descargar en: Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA)

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